Ya era tarde, el cantinero del Mesón Hostigado me pidió de muy mal modo que me retire. Quise revelarme ante su insolencia y desprecio y darle el buen el golpe que se merecía, tomé con fuerza la empuñadura de mi espada corta... y me acerqué a él lentamente. Me miraba fijo, desafiante, demostrándome que conocía mis intenciones y que no les temía en absoluto. Claro, sabía perfectamente que bastaba un pequeño grito para que en cuestión de segundos el lugar se llene de Guardias reales. ***8220;En Banderbill(BANDERBILL,SERIA NUESTRO ANVILMAR) no se jode***8221;, pensé, y queriendo evitar una paliza y el calabozo, solté el pomo de mi espada y salí del Mesón bajo la burlona mirada de ese calvo cantinero.
Debía regresar a Nix, donde mi humilde casa me esperaba vacía de riquezas y de afectos, los vasos de los vinos consumidos hicieron lo suyo, y, equivocando mi dirección, tomé para la puerta norte de la ciudad.
Los guardias me miraban pasar con sus rasgos duros y agresivos, susurraban entre ellos sin dejar de clavarme sus frías miradas, seguramente buscando que reaccione, y así salir de su aburrida rutina, pero los ignoré, como ignoré a ese religioso que a toda hora pide a gritos, en un éxtasis espiritual, que ardan en mi corazón las llamas de la virtud... ***8220;-¿Qué virtud? ***8211;pienso- Hace rato que no se ven virtudes por estos pagos.***8221;
El Buda... ¡Siempre me sorprende en mis borracheras! Nunca dejo de admirarme cuando lo veo. Dicen las leyendas que nadie sabe cómo llegó a ese lugar ni quién lo hizo, algunos aseguran que la ciudad fue edificada entorno de ese extraño monumento que se hallaba solitario en el bosque. Los más osados aseguran que dentro de esa dura piedra hay algo, algo mágico, quizá un alma. La actual desolación de Banderbill parece demostrar que ya son pocos los que creen en los milagros de este pobre gordo. A pesar de ser yo uno más de los que ya no creen en estas tierras, la terrible borrachera que portaba me dio el descaro para la fe, me detuve un momento frente a la estatua y cerrando los ojos supliqué un milagro... la turbación de mi mente y la aproximación de un Guardia con mala cara no me dejó ser más específico y mis oraciones quedaron en así inconclusas, sin dejarme especificar mejor el milagro deseado, ... seguí caminando.
Varios metros después de pasado el cartel que indica el muelle, caí en que había equivocado el rumbo grotescamente. Me maldije, y protesté, no tenía ganas de pasar de nuevo por la ciudad por temor a que los Guardias decidieran interpelarme ante mi extraña actitud, o bien encarcelarme por ebriedad manifiesta. Preferí ir al muelle a tomar un poco de aire, para ver si el mareo deseaba irse como las olas y poder regresar a mi ciudad en condiciones, el camino es peligroso, y no es recomendable hacerlo en este estado, el Bosque de Dorck no es para cualquier ebrio.
La luna refulgía como nunca, la noche se iluminaba y daba sosegadas sombras sobre la tierra. Todo se veía con claridad, la vieja casa de pescadores, los árboles, el gran muelle con sus barcos a barlovento y esos pacíficos pescadores, siempre dispuestos a comerciar sus mercaderías.
En el extremo este del muelle vi su silueta, extrema quietud, su espalda suave y estilada, su cintura fina, su vestido celeste de cuello blanco parecía ceñido a su cuerpo... su oscuro pelo se iluminaba imponente con la luz de luna, dando un brillo espectral.
Tenía su vista clavada en el lejano horizonte que limita el mar. Me fui acercando lentamente, preso de una curiosidad no dominable, y también de cierta angustia... mi corazón latía violento. Ni cuando estuve a un metro, se dignó a mirarme. Mis torpes pasos hacían un gran ruido, pero igual me ignoraba. Me puse a su par y la miré, pero ella siguió imperturbable con su vista fija en el mar...
Vi su rostro, la luna acariciaba con placer la mitad derecha y alegres sombras se embriagaban en la izquierda. ***8220;-Hola***8221; le dije. Me miró, sonrió y en silenció continuó mirando el mar... Busqué con mi vista el horizonte, como queriendo descubrir qué es lo que la tenía hipnotizada. El azul del cielo se fundía con el del mar, en una línea casi imperceptible, la claridad dejaba ver el lento movimiento de la marea, a lo lejos se veían luces de algunos barcos y se oía el sereno rugido de las olas. Me quedé un rato largo mirando, en silencio, esa maravilla, mientras la suave brisa iba matando mi borrachera.
Cuando logré romper la hipnosis en que el mar me había encerrado, volví a mirarla, y esta vez ella me estaba mirando fijamente, con una sonrisa que se iluminaba en la oscuridad... ***8220;-Al fin nos encontramos***8221; me dijo.
Mi sangre se heló, mis piernas parecían derrumbarse pero estaban inamovibles, quedé petrificado mirando ese rostro que me dejaba adivinar la dicha del amor eterno... No podía reaccionar, no me salían las palabras, ni los gestos ni las expresiones, no podía devolverle ni siquiera la sonrisa que brotaba desde lo más profundo de mi corazón...
Servidor > Iniciando WorldSave...
Servidor > WorldSave ha concluido.
Ella ya no estaba... se había ido con ese maldito designio de los Dioses, que en su celo por que nada de su creación sea borrado, nos obligan a estas situaciones tan insólitas!! No podía creer que lo que sucedía, maldije abiertamente, y me quedé hasta el amanecer esperando que regrese... sólo el mar me comprendía.
Desde aquella vez, todos y cada uno de lo días que transcurren viajo hasta el muelle de Banderbill, atravesando todo tipo de peligros e inclemencias, para ver si aparece en aquel lugar en el que se desconectó de mi vida, envuelta en la nube esmeralda más hermosa que jamás se haya visto, para poder abrazarla y saber que ya mi vida en este mundo puede acabar tranquila, puesto que el amor me ha redimido.
Cada vez que paso por el Buda -cuando voy rumbo al muelle- lo miro con desconcierto... todavía no sé si es tan sólo una piedra inerte sin ningún poder especial o si es un ente macabro que se empecina en hacer sufrir a quienes le dedican unas plegarias... mas no me animo a decirle ni a recriminarle nada, ni a arrojarle objetos para agredirlo (ya poco me importan los Guardias, hace rato que ya no me interesa nada), porque entre todas mis terribles sospechas, hay una que no puedo quitármela de encima -y que no oso volver a poner a prueba-: Que este viejo Buda efectivamente cumple con todos los milagros que se le piden."